
Con motivo de su reciente incorporación como Presidenta de Fundación Bobath, Mercedes Tauler nos cuenta en sus propias palabras un poco más sobre su estrecha relación con la fundación durante los últimos veinte años y sobre su recorrido hasta llegar a este nuevo rol, que afronta con ilusión, seriedad y cercanía.
Has tenido una dilatada carrera, pero solo por saber un poco más de tu trayectoria, ¿podrías empezar por contarnos, grosso modo, cuál es tu recorrido profesional?
Es verdad que el recorrido profesional lo comencé un poco tarde, pues antes tenía una familia que atender. Soy jurista de formación, Doctora en Derecho Civil y vocacionalmente me he dedicado a la docencia universitaria y después al mundo de la Educación. He tenido la oportunidad de responsabilizarme en dos ocasiones de la dirección de centros educativos y siempre me interesó el mundo de las entidades sin ánimo de lucro. Cuando me llamó Luisa ya había dirigido otra Fundación, en ese momento se trataba de una Fundación pública.
La parálisis cerebral ha sido nuestra razón de ser desde nuestros inicios. ¿Cuál es tu conexión con la parálisis cerebral?
Hasta que aterricé en Bobath no había tenido mucha conexión con la parálisis cerebral, pero sí tenía una gran curiosidad e interés pedagógico por la educación de los que conocemos como alumnos con necesidades educativas especiales. Me pareció, y me sigue pareciendo, un gran desafío pendiente para la sociedad actual y sigo pensando que la educación específica que se hace en la Fundación es la verdadera educación personalizada, que se ha convertido en la Fórmula 1 de la educación ordinaria en general.
Fuiste Directora de Fundación Bobath entre 2002 y 2007, o sea que tuviste un papel clave en su constitución como entidad. ¿Cómo fueron esos inicios con la fundación? ¿cómo llegaste a lo que entonces era un proyecto?
Todos los inicios de proyectos interesantes como era el Centro Bobath de España, son apasionantes y llenos de puertas que hay que abrir, a las que hay que llamar, y por momentos desarrollar una gran tenacidad, pero teniendo al lado a Luisa se aprende rápido.
Durante estos años, has dirigido otras instituciones, pero también has mantenido un estrecho contacto con Luisa Fúnez y con la fundación. ¿Cómo ha sido esa relación con la fundación estos últimos años?
Es cierto que he venido por aquí menos de lo que hubiera querido, pero eran trabajos muy absorbentes que requerían mucha dedicación. En todo caso hemos mantenido Luisa y yo una muy buena amistad, y precisamente por eso he estado al tanto de la magnífica evolución de la fundación.
¿Cómo has vivido el proceso de retorno, y además como presidenta? ¿Qué sentiste al ser propuesta para el cargo?
Casi no me dió tiempo a reaccionar. Te puedo contestar que a Luisa no le podía decir que no. Todas las personas que siguen ahora y estaban cuando yo estaba eran y son profesionales como la copa de un pino.
Fundación Bobath es una entidad pionera, y no ha parado de crecer, ¿qué esperas aportar en esta nueva etapa?
Ya te decía antes que la Fundación Bobath es a la educación lo que los prototipos de la Fórmula 1 son para el sector automovilístico. El otro día cuando vine conté hasta 16 furgonetas. Me acuerdo cuando fui a pedir la primera a Repsol. Ha crecido y debe seguir creciendo, entendiendo por crecer avanzar buscando siempre el objetivo esencial: cada niño y cada no tan niño cuyas familias han confiado en los profesionales y equipos que trabajan con esta forma propia de hacer. Porque la Fundación no se llama Fundación Luisa Fúnez, que podría perfectamente, se llama Fundación Bobath, y es importante continuar en esa línea que nos ha hecho tan únicos.