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Parálisis cerebral

La parálisis cerebral es una alteración sensorio-motora que afecta a la postura y al movimiento, así como a la organización de los diferentes sistemas sensoriales, todo ello de manera global. Surge como resultado de una lesión o un desorden cerebral no progresivo, debido a diferentes causas y ocurrida en el primer período de la vida, desde el embarazo hasta aproximadamente los tres primeros años.

El niño con parálisis cerebral presenta:

Trastornos sensoriomotores

Afectan al control de la postura y del movimiento: dificultades para mantenerse
sentado, problemas para caminar…
Estos problemas del control motor repercuten en el desarrollo sensoriomotor y
limitan las experiencias con el entorno. Por todo ello, el aprendizaje global se va a ver afectado. Según el grado de afectación, las limitaciones serán mayores en las personas más afectadas.
La PC puede ser unilateral (afecta principalmente a un hemicuerpo) o bilateral
(principal afectación en los cuatros miembros o mayor afectación en los miembros inferiores).
Dependiendo de la calidad del tono (tensión muscular que presenta un músculo en reposo) podremos observar:

  •  Espasticidad o hipertonía: hay una resistencia al movimiento. Este movimiento es escaso, poco variado y de rango articular limitado.
  • Fluctuación del tono: Tienen dificultad para el control postural y la
    coordinación de los movimientos. Pueden presentar un movimiento
    desorganizado (atetosis) o movimientos involuntarios que les fijan en
    posturas extremas (distonías).
  • Ataxia: aparecen problemas para mantener el equilibrio y en la coordinación
    del movimiento.
  • Hipotonía o flacidez: el tono es más bajo de lo normal, lo que provoca
    dificultades y fatiga para moverse.

Trastornos sensorio-perceptivos

Afectan tanto a las vías receptoras de los estímulos, como a la capacidad para interpretarlos y elaborar una respuesta adecuada a la información.

Los trastornos en esta área van a incidir de forma muy significativa en la capacidad de relación de nuestros niños para que puedan acceder  tanto al entorno como al aprendizaje.

A nivel propioceptivo y vestibular presentan dificultad para reconocer su propio esquema corporal, ubicarse espacial y temporalmente, adquirir la lateralidad y la direccionalidad para desenvolverse en el medio.

A nivel visual, pueden presentar una serie de trastornos en la motilidad (estrabismo, nistagmus), en la agudeza y campo visual  y trastorno de la elaboración central (discriminación figura-fondo, agnosia visual). Como consecuencia, muestran unas alteraciones funcionales para mantener la atención en el estímulo, realizar la fijación y el seguimiento e integrar la información visual.

A nivel auditivo pueden mostrar hipoacusia de tipo perceptivo que se puede manifestar en todos sus grados e hipo o hipersensibilidad al sonido. Las alteraciones funcionales derivadas de estos trastornos son: pérdida de atención al estímulo sonoro, trastornos en la discriminación figura-fondo y dificultades en la integración auditivo-fonética.

A nivel táctil  respecto a la integración sensorial de estímulos,  puede aparecer  elevación o disminución del umbral de percepción, alterando  la respuesta.

Trastornos del lenguaje

Trastornos del habla, voz y articulación:

 Dificultades en la función fonorrespiratoria, que alteran el ritmo de la emisión oral de palabras y frases; una incorrecta articulación de los fonemas (disartria) y en los casos más graves, ausencia de articulación (anartria).

Trastornos del lenguaje:

A nivel general pueden presentar trastornos en la adquisición y desarrollo del lenguaje, tanto a nivel comprensivo como expresivo, afectando a todas las áreas del mismo (fonología, léxico-semántica, morfosintáctica y pragmática)

Trastornos de la comunicación: 

Debido a los trastornos sensoriomotores, los niños no han podido desarrollar estrategias comunicativas, por lo que necesitan sistemas alternativos y/o aumentativos de comunicación para poder interactuar con el entorno.

DÉFICITS cognitivos

La parálisis cerebral supone una lesión neurológica temprana del sistema nervioso central, que aún se encuentra en desarrollo.  Como consecuencia de este daño pueden aparecer déficits de tipo sensorial, cognitivo, de comunicación y conducta.

Cerca del 50% de niños con parálisis cerebral presentan déficits intelectuales, con un grado de severidad que varía de moderado a profundo (Reid et al., 2016; Surman et al.,2009).  Por lo tanto, se verán afectados en mayor o menor medida los procesos cognitivos básicos como la percepción, la atención, la memoria, el aprendizaje y funciones cognitivas superiores como la impulsividad, planificación, toma de decisiones, razonamiento…  Para una adecuada intervención, es necesario crear programas individualizados de atención dirigidos a atenuar o mejorar el impacto del daño neurológico y sus secuelas de manera global.

DÉFICITS afectivo-sociales

El desarrollo afectivo-social es un proceso de interacción con el entorno que rodea a cada niño y adquieren a lo largo de su vida para desenvolverse en el mundo social en el que vivimos. Esto implica el desarrollo de diferentes procesos cognitivos, afectivos y conductuales.

Los niños con parálisis cerebral necesitan de intervención individualizada que atienda a sus necesidades y les aporte los aprendizajes, habilidades sociales y estrategias adecuadas para resolver conflictos, mantener buenas relaciones, identificar, reconocer y gestionar emociones, empatizar con el otro…

Luisa Fúnez desde un principio nos transmitió una fuerza y una seguridad en sí misma, que antes no habíamos visto en nadie. Desde un principio nos ayudó a darnos cuenta de que todo era muy normal, que no pasaba nada. Simplemente, María tenía parálisis cerebral.

Alfonso Elósegui

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